En artículos anteriores hemos hablado de la inflación como si de un fenómeno homogéneo se tratara y hemos considerado que la subida de precios era algo coyuntural que afectaba por igual al conjunto de economías desarrolladas. Sin embargo, la situación es muy distinta a uno y otro lado del océano Atlántico y las reacciones de la FED y el BCE estan llevando a los analistas a realizar previsiones muy diferentes para cada bloque.
Comencemos hablando
de la inflación en sí misma. Aunque la inflación acumulada desde enero es tan
solo 0.5% superior en la Zona Euro, el IPC de Estados Unidos parece haber
encontrado un techo y se sitúa en el 8.3% interanual en agosto. Por su parte, el
IPC armonizado de la Zona Euro se encuentra fuera de control en el 9.1%
interanual. Hay varios motivos que explican estas diferencias.
En primer lugar,
Estados Unidos tiene una exposición menor al conflicto ucraniano y no ha
sufrido tanto el corte de suministros, especialmente en el sector de alimentación.
A su vez, su dependencia energética es menor que la de Europa y su economía no
se ha visto tan afectada por el alza de los precios de la energía. El precio de
la gasolina lleva 3 meses consecutivos bajando en Estados Unidos y el problema
con el gas ruso no ha supuesto problemas tan grandes como si lo ha hecho en Europa.
En Europa, al problema de la dependencia energética, el conflicto ucraniano y
las sanciones económicas a Rusia, hay que sumarle la fuerte subida del precio
de las viviendas, que juega un papel fundamental en el cálculo del IPC.
Antes de pasar a
hablar de la respuesta de los bancos centrales, no podemos pasar por alto un
factor que tiene mucho peso en la alta inflación europea: un dólar fuerte. El dólar
se encuentra en una clara tendencia alcista contra la mayoría de las pares
internacionales, incluido el euro. Teniendo en cuenta que la mayor parte de los
contratos energéticos se negocian en dólares, un dólar fuerte supone estar “importando”
inflación a la Zona Euro. El efecto de un euro débil es similar al de una
bajada efectiva de tipos por parte del BCE, algo totalmente opuesto a lo que se
debería estar haciendo en estos momentos.
La más que aparente debilidad del euro viene motivada por un esclerótico Banco Central Europeo que no solo ha reaccionado tarde ante el problema de la inflación, sino que cuando por fin ha reaccionado, lo ha hecho muy lentamente. Los tipos de interés del BCE llevaban en el entorno del 0% desde 2016 y hasta la fecha sólo hemos visto dos tímidas subidas de tipos: la primera de 50pb en julio y otra de 75pb en septiembre hasta la actual tasa del 1.25%. Por su parte, la FED empezó a subir sus tipos de interés en marzo y con la de este miércoles, ya serán cinco las veces que se han subidos estas tasas. El mercado descuenta al 80% que los tipos subirán otros 75pb para situarse en el entorno del 3%. Aunque hay bastante incertidumbre, es previsible que la FED no suelte el acelerador hasta que sus tipos de interes se sitúen por debajo del IPC, lo cual hace pensar que podemos llegar a una tasa terminal cercana al 4.5% en 2023.
Pero, si las subidas de tipos son tan necesarias para poner freno a la inflación (y no olvidemos que este es el objetivo principal de los bancos centrales), ¿por qué no sigue el BCE la senda de la FED? A mi parecer, la respuesta radica en que el BCE no está preocupado solo por la inflación, sino que también lo está por el crecimiento económico. El BCE es consciente de la crisis de sobreendeudamiento que azota a los países periféricos: Portugal, España, Italia, etc. con ratios de deuda sobre el PIB superiores incluso al 120%. Subidas fuertes de tipos pueden acarrear recesiones severas en estos países debidas al sobrecoste de los intereses de la deuda pública. El BCE ya ha puesto sobre la mesa un paquete de medidas “anti fragmentación” con el cual tratará de evitar el default de la deuda soberana de los países del sur a expensas de lastrar la recuperación y/o sumir en una recesión mayor a los países que siendo más austeros, no habían acumulado tanta deuda. Veremos a ver si Alemania, que tiene por delante un invierno muy duro en materia energética, esta dispuesta a aceptar tal paquete de ayudas a su costa.
Si el BCE no hace
nada al respecto, puede que la inflación en Europa remita en los próximos meses
pero no por otro motivo que el de una fuerte crisis económica que contraiga la
demanda de manera forzosa.
19 de Septiembre de 2022
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