En el anterior
artículo discutimos las causas de la actual crisis inflacionista, pero ¿quién
es responsable de esta situación? ¿qué podemos hacer para poner freno a la
inflación? En esta sección, hablaremos sobre el papel de los bancos centrales y
cómo la política monetaria puede ayudar a controlar la tan dañina inflación.
En los tratados de
constitución de todos los bancos centrales, se destaca como objetivo principal
la estabilidad de precios. Cada banco central tiene como deber el mantenimiento
del poder adquisitivo de su moneda; ya sea el Euro por parte del Banco Central
Europeo, el dólar en el caso de la Reserva Federal[1],
etc. Una inflación alta es, por tanto, contraria a los objetivos que persiguen
estas instituciones. Una subida generalizada del nivel de precios supone que
cada vez, el mismo dinero compre menos bienes. Como norma general, los bancos
centrales tratan de contener la inflación en el entorno del 2% puesto que un
poco de inflación puede ser algo necesario para garantizar el crecimiento económico.
Como vimos, hay
motivos para pensar que la inflación actual se debe a un problema de demanda,
pero también hay razones para pensar que se debe a un problema de oferta. A
través de la política monetaria, los bancos centrales pueden influir sobre la
demanda. Sin embargo, poco pueden hacer para aumentar la oferta o capacidad
productiva de una economía. Desafortunadamente, el BCE no puede hacer nada para
que el puerto de Shanghái (que está cerrado y causando cuellos de botella en la
cadena de suministro de muchos productos) se reabra y puedan bajar los precios.
Por tanto, para reducir la inflación, los bancos centrales solo pueden
manipular la demanda agregada. Entonces, el objetivo actual es claro: reducir la
demanda para presionar a la baja los precios.
En el pasado, los gobiernos
y bancos centrales han llevado a cabo varias políticas para controlar la inflación
(control de precios, subsidios a la producción, etc.). Sin embargo, sólo una
solución ha demostrado ser eficaz para contener la inflación: las subidas de
tipos de interés. Las subidas de tipos desincentivan la demanda agregada encareciendo
el precio de la deuda. Con unos tipos de interes altos, tanto las empresas como
los hogares, se verán desincentivados a pedir un préstamo. Hipotecas, préstamos
al consumo, y demás se vuelven relativamente más caros y la menor demanda
presiona a la baja los precios.
Históricamente, se
ha dado un hecho muy curioso: en periodos de alta inflación, la Reserva Federal
jamás ha dejado de subir los tipos de interés de referencia hasta que estos se
han situado por debajo del IPC. En la actualidad, los derivados monetarios
sobre fondos federales[2]
estan descontando una tasa terminal cercana al 3%-3.5%. A su vez, el IPC
interanual del mes de agosto en EE. UU. ha sido del 8,3% lo que deja la puerta
abierta a dos opciones: o bien la inflación cae rápidamente en los próximos meses,
o la FED seguirá subiendo los tipos en sus próximas reuniones.
Aunque doloroso
para la economía real, las subidas de tipos de interés son el único remedio que
tienen los bancos centrales para poner remedio a la inflación. Y recordemos, la
inflación se puede volver muy pegajosa y difícil de combatir si se deja que se
desboque.
[1] Al contrario del BCE, cuyo
único objetivo es la estabilidad de precios, la Reserva Federal trabaja también
para conseguir el pleno empleo. Es decir, tiene un papel importante en el
crecimiento económico.
[2] En el siguiente artículo
definiremos este y otros términos relacionados con el mercado monetario.
También veremos el mecanismo/s concretos que utiliza la FED para subir los
tipos de interes.
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